La magia en una boda es algo que va implícito en el propio evento, las emociones y los sentimientos flotan en el aire haciendo de la jornada un día para el recuerdo. Si hay un momento en donde tiene cabida una sesión de magia es el cocktail, un espacio de incertidumbre en donde familiares y amigos de los novios buscan su lugar entre vinos y canapés surtidos, creando a veces una división lógica entre los que vienen de parte de ella y los que vienen de parte de él. Para romper esa barrera nada mejor que una pequeña sesión de close – up (magia de cerca) de no más de diez minutos, me permite acercar a distintos grupos y hacer que la magia sea el nexo de unión, cuando termino queda un grupo de personas sobrecogidas intentando entender que es lo que acaban de vivir, dando pie a conversaciones que terminan de romper el hielo y acercando a ambos bandos al mismo destino. Voy rotando por el espacio seleccionado para la ocasión, prestando especial interés a todos aquellos que necesitan una ayuda para entrar en la dinámica. Nunca falla, en un día tan especial nada como una carga de ilusionismo cercano para ayudar a conseguir el paroxismo emocional.